Exposiciones bibliográficas
Zoila Aurora Cáceres
Compromiso y legado intelectual


Zoila Aurora Cáceres Moreno (Lima, 1872 – Madrid, 1958) fue una de las intelectuales feministas peruanas más comprometidas. Lideró una campaña esencial en la historia de la ciudadanía de las mujeres en nuestro país.

Sofía Pachas

Zoila Aurora Cáceres, Aurora Cáceres, ZAC y Evangelina son las cuatro maneras con las que es posible encontrar firmada la obra literaria, artículos periodísticos y manifiestos feministas de esta notable pero aún desconocida intelectual peruana.

A partir del modelo de valentía y patriotismo de sus padres -el mariscal Andrés Avelino Cáceres y Antonia Moreno-, y el interés por la educación femenina expresada tantas veces por su mentora intelectual, Clorinda Matto, Zoila Aurora forjó un discurso reivindicativo de las mujeres en general, y en especial de las peruanas.

Desde niña tuvo acceso a una esmerada educación en el colegio Sagrado Corazón de Belén que fue complementada con tutores particulares, y posteriormente siguió cursos en el extranjero, lo que le permitió aprender idiomas como el inglés, francés y alemán. Sin duda, su más relevante logro fue graduarse en la Escuela de Altos Estudios Sociales de la Sorbona de París. Esta formación educativa privilegiada supo orientarla en su quehacer intelectual y en proyectos con conciencia social. Fue así que la propuesta se volvió acción desde 1905, cuando estableció en Lima el “Centro Social de Señoras”, el cual se transformó, en 1924, en el colectivo “Feminismo Peruano”.

En la primera década del siglo XX su nombre era reconocido en los círculos intelectuales de hispanoamérica, gracias a las colaboraciones en medios periodísticos y también a los ocho libros que publicó. Toda esta actividad intelectual la realizó en simultáneo a su faceta como conferencista, con la cual difundió sus ideas relacionadas a la historia, el feminismo y el arte. Infatigable viajera, hoy resulta imposible seguir la ruta que emprendió a lo largo de sus 86 años de vida, en los que admiró los inventos de la modernidad, apreció la belleza y logró identificarse con la lucha social.

En el año del Bicentenario de la Independencia del Perú, la presente muestra bio-bibliográfica tiene como objetivo visibilizar la figura de Zoila Aurora Cáceres Moreno como una de las principales intelectuales peruanas y una de las más comprometidas feministas que lideró una campaña esencial en la historia de la ciudadanía de las mujeres en nuestro país.

Feminismo sufragista

A inicios del siglo XX, en el Perú, las mujeres no gozaban de los mismos derechos que los hombres. A pesar de la indudable participación femenina en la Guerra del Pacífico (1879-1883), y de la relevante presencia de una generación de ilustradas, sus derechos estaban todavía limitados a un conjunto de leyes que las mantenía en una condición de dependencia.

Este es el contexto en que la propuesta feminista de Zoila Aurora Cáceres fundó sus raíces. En la Guerra entre Perú y Chile, su madre, Antonia Moreno, apoyó reclutando soldados y enviando armas a la resistencia liderada por su esposo, Andrés Avelino Cáceres. Sin duda, esta imagen aguerrida influyó en el modelo femenino que la todavía pequeña Zoila Aurora forjó en su mente. A su vez, las intelectuales le transmitieron el vigor de la palabra escrita para pensar en un cambio de vida que tuviera como eje central el acceso a la educación.

Una de las primeras contribuciones de Cáceres para mejorar las condiciones educativas de las mujeres fue la fundación del “Centro Social de Señoras”, en 1905.  Esta singular institución les permitió aprender oficios con miras a afrontar sus carencias económicas e insertarlas en el espacio público. Una década después, esta institución logró consolidarse como una escuela comercial que facilitó herramientas para que las mujeres trabajaran en empleos acordes con el crecimiento industrial: tiendas comerciales, oficina de correos, telégrafos y telefonía.

A este feminismo ilustrado que centró su interés en una reforma educativa, Cáceres le añadió el feminismo sufragista. Es decir, su propuesta de cambio social para las mujeres en el Perú la llevó a plantearse un reto mayor: lograr el voto de sus compatriotas. Para concientizar sobre ello, fundó en 1924 “Feminismo Peruano”, y con este colectivo realizó una serie de intervenciones públicas, tal y como María Jesús Alvarado y Miguelina Acosta lo habían hecho años antes.

Entre 1930 y 1931 llevó a cabo una importante campaña, cuyo contexto estuvo marcado por intensos cambios políticos producidos luego del derrocamiento de Augusto B. Leguía (1919-1930) y la llegada al poder de Luis Sánchez Cerro (1931-1933). Todo ello generó una serie de modificaciones en los mecanismos electorales -como el llamado a una Asamblea Constituyente- que le permitió a Cáceres introducir en el debate público su propuesta sufragista.

Gracias a la correspondencia de “Feminismo Peruano” es posible conocer las estrategias y alianzas que le permitieron a Zoila Aurora Cáceres vincular a Lima con el interior del país, logrando poner en contacto a diferentes sectores sociales antes distanciados, y comprometió a un nutrido grupo de mujeres y hombres de diferentes tribunas -política, intelectual, laboral y cotidiana- en su anhelo de un porvenir más justo y equitativo.

Escritora y periodista

Una de las más relevantes escritoras del siglo XIX fue Clorinda Matto, quien supo desenvolverse en un campo intelectual dominado por la presencia masculina. Así lo hizo también Zoila Aurora Cáceres, su discípula, con quien compartió créditos en las páginas de la revista argentina Búcaro Americano.

La escritura de Cáceres estuvo marcada por su proyección internacional, pues sus libros se publicaron en París, Madrid y Lima. Los géneros literarios que cultivó fueron la novela, el libro autobiográfico, el libro de viajes y el relato histórico nacional, pues luego de una meticulosa labor de compilación de fuentes publicó La Campaña de la Breña. Memorias del mariscal del Perú D. Andrés A. Cáceres. Año 1881 (1921).

Luego de consolidar su nombre en el mundo de las letras a partir de sus innumerables colaboraciones en diarios y revistas de Hispanoamérica, publicó en París su primer libro, Mujeres de ayer y de hoy (1909), en el que, a través de un recorrido histórico plasmado en quince capítulos, selló su interés por el cambio social.

También fue en la capital francesa donde se relacionó con escritores como Rubén Darío, Amado Nervo y Enrique Gómez Carrillo, representantes del modernismo literario, al que también se adscribió. De allí su interés por las elaboradas descripciones y el gusto por lo exótico, todo ello reflejado en sus libros Oasis de arte (1911) y La ciudad del sol (1927), en los que trasluce su experiencia como viajera.

Su preferencia por describir escenarios urbanos y distintos elementos culturales también están presentes en La rosa muerta (1914), una de sus novelas más estudiadas en los últimos años. En sus páginas, la protagonista explora el placer y el temor ante la enfermedad, la muerte y el amor. Por otra parte, el mundo íntimo femenino que se retrata en las páginas de Mi vida con Enrique Gómez Carrillo (1929) también es revelador, pues ofrece un testimonio personal que narra el romance, breve matrimonio y separación del famoso escritor guatemalteco.

Al igual que otras creaciones realizadas por escritoras y artistas de diferentes lugares y épocas, la obra de Zoila Aurora Cáceres estuvo durante mucho tiempo relegada. Solo en los últimos años, académicos nacionales y extranjeros están reconociendo, en su verdadera magnitud, la versatilidad de su propuesta literaria.

Crítica e historiadora del arte

Desde la fundación de nuestra república, fueron pocos los espacios en los que era posible observar o escuchar disertar sobre arte. El escaso interés que el gobierno manifestó sobre este asunto se evidenció en la tardía decisión de fundar una Escuela de Bellas Artes, institución que se hizo realidad en el año 1918.

Por ello, la conferencia que en 1911 ofreció Zoila Aurora Cáceres en el auditorio del colegio Nuestra Señora de Guadalupe sorprendió por la actualidad del tema. La disertación se tituló “El estudio de la pintura en el Perú”, y en ella abordó la obra de diferentes artistas como Francisco “Pancho” Fierro, Ignacio Merino, Francisco Laso y Daniel Hernández.

La selección de este grupo de pintores trazó una línea histórica del arte peruano republicano de la que apenas se había escrito. Entre esos artistas, dos llamaron particularmente su atención. El primero, y a quien dedicó además una conferencia y una extensa monografía, fue Ignacio Merino (Piura 1817 – París 1876). El segundo fue Daniel Hernández (Huancavelica 1856 – Lima 1932), con quien Zoila Aurora cultivó una larga amistad. Incluso escribió dos artículos sobre su obra que se publicaron en los diarios El Comercio y El Mercurio Peruano. Por su parte, Hernández manifestó su admiración por ella en dos excepcionales retratos que lograron captar la belleza y firme personalidad de Cáceres.

Asimismo, el interés que ella mantuvo por diversas manifestaciones artísticas revela una educada sensibilidad que se refleja en las páginas de su libro Oasis de arte, relato de viaje que contiene detalladas impresiones de obras y de la vida artística europea. En sus libros también es posible encontrar reflexiones en torno al patrimonio nacional, tal y como se lee en La ciudad del Sol, libro dedicado al Cusco.

Los escritos sobre arte peruano firmados por Zoila Aurora Cáceres no pueden encasillarse dentro de un sólo género, pues incursionó en la crítica y en la historia del arte. En este último campo, su libro inédito, La pintura en el Perú, es la mejor prueba de su pionera contribución a esta disciplina. Aunque el texto está hoy perdido, se publicaron algunos artículos panorámicos que presentaron, a partir de fuentes bibliográficas y hemerográficas, un conjunto de artistas activos en el virreinato y la república.

De otro lado, sus artículos de crítica de arte describieron el estilo y la temática de diversos artistas latinoamericanos y fueron la tribuna ideal para destacar la necesidad de promover una pintura de tema nacional en el Perú. De allí el entusiasmo que en 1931 mostró al comentar la exposición individual de Julia Codesido –que para entonces se distinguía ya entre los representantes del colectivo indigenista– afirmando la sobriedad y fuerza creadora de su pintura. Estos textos distinguen a Zoila Aurora Cáceres como una pionera en la difusión del patrimonio artístico peruano en nuestro medio y el extranjero.

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